DE LA IMPROVISACIÓN AL PLANEAMIENTO ESTRATÉGICO

PeriodismoPerú.com.- A diferencia del Congreso de la República, el Poder Ejecutivo no tendría por qué comenzar su labor “desde cero” después de cada elección, pues cuenta con diversos instrumentos técnicos de gobierno y gestión, generados por el Sistema Nacional de Planeamiento Estratégico, que podrían orientar el desarrollo armónico y sostenido del país.

Inclusive, desde el 29 de abril de 2019, el Perú cuenta con una Visión al año 2050 que fue aprobada, por consenso, en el Foro del Acuerdo Nacional. Si bien este documento contiene aspiraciones generales, es una guía de 5 ejes temáticos que orienta, a largo plazo, las políticas de los diferentes sectores.

Precisamente, el Estado Peruano cuenta con varias decenas de documentos aprobados en los últimos años que contienen políticas, estrategias y planes (sectoriales y multisectoriales), cuyo cumplimiento es responsabilidad de las autoridades del Gobierno Nacional y de los gobiernos regionales y locales.

Sin embargo, pese a la existencia de esos instrumentos, hemos pasado del Ideario y Programa de 77 páginas presentado por Perú Libre en la campaña electoral al acuerdo político de una hoja suscrito entre Verónika Mendoza y Pedro Castillo con miras a la segunda vuelta; y del documento de 9 compromisos firmado por el mencionado candidato presidencial —al mismo estilo de Ollanta Humala con la Hoja de Ruta— hemos pasado a la denominada “Proclama Ciudadana” que, con la complacencia de la Iglesia, se pactó con Keiko Fujimori.

Después de todo ello, y tras los cambios en el Consejo de Ministros, se ha publicado hace unos días el Decreto Supremo n.° 164-2021-PCM, que aprueba la Política General de Gobierno para el periodo 2021-2026, norma que contiene los lineamientos priorizados en 10 ejes, que agrupan, a su vez, las líneas de intervención que se desarrollarán en los próximos años.

Y mientras se discute sobre la vacancia presidencial o el cambio de ministros y asesores, descuidamos temas fundamentales, entre ellos: desarrollar políticas a mediano y largo plazo, y realizar el seguimiento y monitoreo para su adecuada ejecución y cumplimiento.

No debemos dejar que se nos imponga una agenda politizada distante de los objetivos nacionales que, lamentablemente, nos mantiene como un país sin rumbo en el vaivén de la improvisación que termina desgastando a los gobiernos de turno.

Enfrentemos la falta de concertación y la informalidad con coherencia y madurez política. Apostemos por el planeamiento estratégico para el fortalecimiento de la gobernabilidad democrática en el marco del Estado constitucional de derecho.

Autor: Miguel D. Jiménez-Torres