PROTESTA SOCIAL Y BATALLA CAMPAL
PeriodismoPerú.com.- La denominada «Toma de Lima», que reunió a miles de personas de diferentes partes del país en la capital de la República y que durante el día sirvió de espacio para el legítimo reclamo ciudadano, terminó en horas de la noche con algunos enfrentamientos absurdos que convirtieron al centro de Lima en un campo de batalla, lugar a donde se dirigió, principalmente, la atención mediática.
Los días jueves 19 y viernes 20 de enero de 2023 la población salió a protestar masivamente desde tempranas horas. Compatriotas provenientes, sobre todo, de la zona sur y centro del Perú, algunos incluso vistiendo sus trajes típicos, recorrieron las calles y avenidas alzando su voz con los reclamos ya conocidos. Otros, en cambio, desfilaban tocando sus instrumentos musicales y hasta se animaban a realizar algunas danzas. También se pudo ver, por distintas zonas, a un conjunto de sikuris encabezando un numeroso grupo de manifestantes, pero la atención de la prensa limeña no se fijaba en ellos.
En su intento por llegar al Congreso de la República, algunas personas se enfrentaban a la Policía que ponía férrea y estratégica resistencia. Las cámaras de seguridad de la Municipalidad Metropolitana de Lima, puestas al servicio de los medios de comunicación social, enfocaban sobre todo los desmanes intentando identificar a los revoltosos.
En la oscuridad de la noche y ya cuando los negocios permanecían cerrados por temor a los saqueos, los disparos de las bombas lacrimógenas, el humo blanco que cubría las inmediaciones de la avenida Abancay, las piedras lanzadas contra los uniformados y la gente corriendo desesperada de un lado a otro eran el objetivo central de la transmisión en directo de los medios televisivos, lo cual les generaba, sin duda, más puntos de rating en el horario estelar.
El enorme incendio producido en una casona al costado de la Plaza San Martín también fue motivo para una cobertura mayor hasta con tomas aéreas. El lamentable suceso fue el epílogo de la protesta social en el Centro de Lima que terminó con algunas marchas en el Parque Central de Miraflores, en el distrito del mismo nombre, popularmente conocido como el «Parque Kennedy».
Mientras eso ocurría en Lima, en algunas ciudades del sur del Perú se producían más enfrentamientos con la Policía. La batalla campal en inmediaciones del aeropuerto internacional Alfredo Rodríguez Ballón de Arequipa y los violentos enfrentamientos en la ciudad de Ilave en Puno incrementaron el número de muertos que ahora llega a 60 desde el inicio de las protestas (7 de diciembre de 2022).
Es muy difícil pronosticar cómo acabará esto en el corto, mediano y largo plazo. La cantidad de peruanos fallecidos (seis decenas) en poco más de un mes es abrumadoramente terrible, pero aun así la gestión de la sucesión presidencial se mantiene a flote por el apoyo de la Derecha, de las Fuerzas Policiales y Militares, y de los grandes medios de comunicación social.
Habrá que seguir expectantes para conocer el desenlace de esta infausta etapa de nuestra historia política que se torna incierta y sin visos de solución pacífica.
Autor: Miguel D. Jiménez-Torres