ESPÍRITU DE CUERPO
PeriodismoPerú.com.- En internet pude encontrar que esprit de corps es un galicismo de origen militar que hace referencia a la conciencia de grupo o a aquel sentimiento de honor y orgullo compartido por los ideales y logros de un conjunto de personas. Dicho de otro modo, se trata de un ambiente solidario que anima a los integrantes de un grupo a actuar sobre la base de los mismos propósitos e intereses comunes.
Realizaba esa búsqueda porque quería entender qué anima a la mayoría de las personas que ejercen la actividad periodística en nuestro país (entiéndase periodistas, comunicadores, profesionales de otras especialidades, estudiantes, analfabetos, etc.) a salir en defensa de un colega, autor de un libro, y del director de la editorial que lo publicó, luego de que han sido condenados por la comisión del delito contra el Honor – Difamación agravada.
La sentencia del juez de primera instancia ha tenido tal repercusión que hasta organizaciones extranjeras se han pronunciado. Era de esperarse que lo primero que iban a decir es que estamos ante «un atentado contra la libertad de expresión». Incluso, desde Washington, se han atrevido a afirmar que esta decisión judicial «genera un notable efecto intimidatorio y de autocensura que afecta no solo a las personas condenadas, sino a toda la prensa y la sociedad peruana».
Lo que sucede es que cuando una autoridad (en ejercicio de sus atribuciones) no favorece a una persona vinculada a un medio de comunicación, ese supuesto ataque deja de ser particular y, por el —mal entendido— espíritu de cuerpo, lo generalizan a todo el gremio. Y lo que es peor, buscan convertirlo en un emblema de grave afectación a los derechos fundamentales.
Yo soy periodista (titulado y colegiado) y no he sentido en lo absoluto que el mencionado fallo judicial represente alguna vulneración o amenaza a mi quehacer periodístico, más aún si el proceso no ha concluido. Además, la condena de A no tiene por qué afectar a B o C. La responsabilidad penal es personalísima.
¿Alguna persona (distinta de los condenados) podría asegurar que su libertad de expresión se ha afectado gravemente después de la sentencia? Por el contrario, todos han ejercido su derecho a la información y opinión con toda soltura y hasta han publicado comentarios, frases y memes contra el juez, contra el abogado defensor y, curiosamente, contra la supuesta víctima (el político ricachón que se atrevió a querellar a un periodista).
La verdad judicial de este caso será dicha por los tribunales, pero mientras la polémica y el escándalo continúan, los más felices con este bullicio mediático son los dueños de la casa editorial y el autor del libro, quienes alistan una reimpresión al haberse agotado los ejemplares que les permitirá ganar Plata como cancha.
Autor: Miguel D. Jiménez-Torres
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